miércoles, 23 de septiembre de 2009

“Se habla mucho de diversidad, y aquí se la verá en escena”

Jorge Gerschman coordina Teatro por la Diversidad: «Quisimos trascender el color local de cada colectividad y buscar un punto de identificación entre todas».


«En la ciudad de Buenos Aires conviven más de 60 colectividades que encuentran en el teatro un lugar para preservar su identidad» señala Jorge Gerschman, coordinador del primer encuentro de Teatro por la Diversidad, organizado por el gobierno de la Ciudad, que tendrá lugar entre el 20 y el 24 de octubre en el Centro Cultural San Martín (Sarmiento 1551) con entrada libre y gratuita.

De esta experiencia participarán elencos y grupos teatrales de las colectividades árabe, armenia, coreana, chilena, gallega, ecuatoriana, griega, judía, paraguaya, sarda y brasileña.

Periodista: ¿Cómo se contactó con todos estos grupos?

Jorge Gerschman: Hicimos un intenso relevamiento de las colectividades convocadas por la Secretaría para ver cuáles hacían teatro y cuáles no. Muchas tienen grupos de danza y coros, pero nuestro objetivo era reunir grupos teatrales que hablasen de su identidad. Más allá del reconocimiento de la rica herencia que ofrece cada pueblo quisimos trascender el color local de cada colectividad y buscar un punto de identificación entre todas, ya que la idea es generar futuros proyectos artísticos de integración.


P.: La búsqueda debe haberle deparado algunas sorpresas..

J.G.: Me encontré, por ejemplo, con la comunidad negra que muchos creen inexistente. Descubrí que está integrada por grupos de distinto origen. Por un lado los inmigrantes afroecuatorianos y afrobrasileños y por otro los descendientes de esclavos africanos. Muy pocos saben que hubo una corriente inmigratoria que llegó al país en los años 50 proveniente de Cabo Verde para trabajar en el puerto de Buenos Aires y en el de Rosario, entre otros. También me sorprendió ver las grandes diferencias que presentan estas comunidades en lo que hace a costumbres y expresiones artísticas. Y, justamente, lo que nosotros queríamos era resaltar la diferencia como valor.

P.: ¿Luego siguió un proceso de integración?

J.G.: Sí. Tuvimos dos primeros encuentros, con seis colectividades cada uno, en el Centro Gallego y en el Centro Peloponense que nuclea a la comunidad griega. En esas jornadas trabajamos la integración en base a juegos grupales, con la presencia del presidente y el secretario de cada institución. Allí cada grupo habló de su historia y del trabajo que iba a presentar en octubre. Fue una experiencia muy lúdica y placentera a la que ya estoy habituado, de alguna manera, por mi labor teatral y por los grupos de actividades recreativas que coordino desde hace años. Pero le confieso que ver bailar juntos al africano, al armenio, al judío y al árabe me conmovió muchísimo.

P.: ¿Qué espectáculos van a ofrecer en la Sala Muiño?

J.G.: Se van a exhibir tres trabajos por noche, durante cuatro días, a los que se sumará un día de cierre con la participación de todos los elencos. Cada espectáculo dura unos 40 minutos y entre uno y otro cada colectividad presentará tres breves acciones: un inmigrante recién llegado al país qué cuenta quién es y a qué viene; una madre cantándole a su hijo una canción de cuna de sus antepasados y un refrán o fragmento de poesía dicho en la lengua de origen y en castellano. También se incluirán algunas proyecciones de imágenes.

P.: ¿Qué puede anticipar de las obras seleccionadas?

J.G.: La comunidad gallega realizará una «queimada». Es un antiguo ritual pagano que se realiza para convocar a los buenos espíritus. También está asociado al solsticio de invierno. Se invita al sol a que salga porque la noche se hace muy larga. Es un cuadro muy emotivo que incluye cantareiras (grupo de cantoras que se acompañan con palos). La comunidad árabe exhibirá una obra que transcurre durante el Ramadán, protagonizada por una mujer cristiana, un chico árabe y otro judío que se encuentran durante un bombardeo. La comunidad chilena hará un homenaje a Violeta Parra; la judía presentará «Krinsky» de Jorge Goldenberg; la griega, una adaptación de «Edipo Rey»; la italiana (proveniente de Cerdeña) hará «Gris de ausencia» de Roberto Cossa; la paraguaya, una obra de cuatro actrices sobre la condición de la mujer, acompañadas con música de arpa, y la coreana va a ofrecer una obra de su país en castellano. El espectáculo armenio es sobre la lectura de la borra del café y las demás comunidades, de origen africano, trabajarán diversas historias y leyendas con mucho canto y tambor. Algunos números se disparan hacia lo musical, pero no se trata de un encuentro folklórico, sino de base teatral.

P.: ¿Cómo se conecta este trabajo con la inserción de cada grupo en el país?

J.G.: Más allá de valorizar el aporte cultural de cada colectividad, la idea es poder romper con todas estas barreras divisorias, de ser de tal o cual origen, para poder reconocernos todos como porteños. Ese es nuestro objetivo principal. No nos olvidemos que casi todos los que participan de «Teatro por la Diversidad», son argentinos o tienen residencia permanente en el país.

P.: ¿Su balance final?

J.G.: Esta actividad provocó un estado de comunión que yo descontaba. Hace unos días recibí un email de un integrante de la comunidad árabe que dice así: «¡Cuántas cosas tenemos en común! El relato del viejito de la comunidad italiana fue el reflejo de lo que sentían nuestros abuelos al venir de Siria. Muy conmovedor».

Entrevista de Patricia Espinosa

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